14/08/2010

EL GORRIÓN

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Un historia para pensar...
José Vilca era un joven provinciano que vino de su pueblo Hualpa a Lima, con la finalidad de buscar un mejor futuro. Imaginaba que todos los provincianos conseguían empleo y ganaban abundante dinero. Pero al llegar a Lima se dio cuenta que no era tal como pensaba, que la vida era dura y muy difícil conseguir empleo.

El primer trabajo que consiguió Jose Vilca en Lima fue el de vendedor de helados

La fabrica D'Onofrio, tenía su guardapolvo blanco, su gorra negra, su corneta y, además, le habián dado un triciclo. De ese tiempo grato conservaba una foto que se había tomado en el parque Universitario, en pleno trabajo y la guardaba con orgullo.

Una mañana cuando salía a vender helados, su triciclo fue chocado por un auto, quedando convertido en añicos; felizmente, gracias a Dios, no le pasó nada porque en ese momento estaba en la acera dándole vuelto a un cliente.

Como no tenía con que pagar el triciclo y los helados, decidió no regresar a la fabrica D'Onofrio. Buscó otros trabajos desesperadamente, pero nada encontró. Empezó a pasar hambre y miserias, sus zapatos se rompieron de tanto caminar, comía cáscaras de frutas y hasta pedía sobras de comida a los parroquianos en los restaurantes.

Los empleos que conseguía eran esporádicos y le pagaban muy poco. Unos días trabajó como peón de albaiñil pero lo despidierón; hasta laboró haciendo propaganda de la película "El monstruo y el simio"; a él lo disfrazaron de monstruo y por este trabajo le pagaron cinco soles.

Vilca veía como sus paisanos del pueblo de Hualpa tenian un trabajo estable en la ciudad; algunos eran guardias civiles, municipales; otros se desempeñaban como obreros de la baja policía. Sin embargo, el no encontraba trabajo. Con su ropa toda vieja y sucia estaba prácticamente derrotado en vida, pensaba suicidarse; dormía donde le caía la noche, especialmente en el parque "Los Garifos", que está en las afueras de Lima.

Poco tiempo después ya no buscaba trabajo, vagaba todo el día, hacía vida de gallinazo en los basurales y dormía donde le cogía la noche.

Era un hombre destrozado. Tenía en su mente la idea de suicidarse aventandose a los rieles del tranvía y así acabar con su desgraciada vida. Se arrecostó un rato en el tronco de un viejo árbol que tenía grandes ramas y cerró los ojos, cuando de improviso escuchó el dulce cantar de un gorrioncito. Abrió los ojos y vio en lo alto de la rama, aquel animalito igual al de su tierra y pensó: "Como este animalito tan pequeñito estaba contento en la ciudad y en cambio yo, un hombre joven, sano, me siento derrotado y me quiero suicidar. Tengo que cambiar de actitud, ser un hombre positivo y trabajador". Vilca se levantó del gras del parque y entró con paso de vencedor a la gran urbe que es Lima.

Fuente: Lectura es Vida
Editorial: Escuela Activa S.A

Autor: Francisco Izquierdo Ríos - escritor peruano nacido en 1910.

¿POR QUÉ EL AÑÁS VIVE DEBAJO DE LA TIERRA?

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Que interesante, por que el aña vive debajo de la tierra

Hace muchísimos años, un zorro y un añas habitaban dos casas cercanas, hechas entre rocas al pie de un cerro. Se parecían mucho, puesto que eran parientes. Acostumbraban salir

de paseo en las noches y cuando la luna alumbraba dejaban sus madrigueras y correteaban alegremente.
- ¡Ay! - dijo una noche el zorro - ¿Sabes cuál es el deseo más grande de mi vida? Ir a la luna. Nada, ni subir hasta el Sol, ni tener las mayores riquezas, me haría tan feliz

como poder llegar a la luna.
- Mira, mi mayor deseo es otro muy distinto - contestó el añas -. A mí me haría dichoso tener mi despensa repleta de esos gusanos que viven entre las raíces de las papas.

Paseaban conversando así cuando de pronto gritó el zorro:

- ¡Mira allá arriba! ¡Algo cae de la luna!

Alzó la cabeza el añas y vio que bajaban por el aire dos objetos.
- Primo - preguntó el zorro - ¿que será eso? Parecen dos sogas. ¡Oh, que dicha tan grande si así fuera en realidad!

En efecto, eran dos sogas que descendieron lentamente hasta tocar el suelo. Los dos se acercaron y las contemplaron sorprendidos. La primera era simple fibra, una soga corriente

como cualquier otra. Pero la segunda, ¡ah, eso sí era algo precioso! Las hebras de finísimo oro que la formaban estaban tan bien retorcidas que la cuerda era, en realidad, una

obra de arte.

Levantaron la cabeza y vieron que la luna los miraba sonriendo. Al zorro le brillaron de alegría los ojos. ¡Por fin iba a realizar el deseo de toda su vida!

El añas sugirió: "¿Te animas a subir? Si tu quieres iré sólo por acompañarte, mas con una condición, que me dejes trepar por la soga de oro".
- Escoge lo que quieras. A mí lo que me interesa es llegar a la luna - dijo el zorro.
Empezaron a ascender y el añas decía para si:
- En cuanto llegue pediré a la luna que me regale la soga y como es tan buena no podrá negarme ese favor. ¡Qué rico voy a ser! ¡Como van a envidiarme los demás!
Mientras el zorro no pensaba sino en lo feliz que iba a sentirse al mirar de cerca a la luna. Habían llegado a la mitad del viaje, cuando de pronto el añas se paró en seco y

contemp1ó su cuerda, gritando lleno de rabia:
- ¡La luna me ha engañado. Sólo la mitad de la cuerda era de oro! ¡Luna embustera! ¡Luna embustera!
En ese mismo instante oyó la voz del zorro que exclamaba alegremente:
- ¡Qué felicidad, las fibras de mi soga se han convertido en hilos de oro!
¡Gracias, gracias amiga luna! En seguida el añas escuchó al zorro que le decía:
- ¿Qué está bajando de la luna por tu cuerda? Parece un cuy.
- Sí, es un cuy - respondió el otro, furioso.
- Ve, dijo el zorro, ya se paró.
Creo que está comiendo algo.
En efecto, al animal habíase detenido a devorar una mazorca de maíz que se encontraba amarrada a la mitad de la soga.
- . Eh, eh - gritóle al añas - sal de ahí - ¿Qué estás haciendo? ¿No ves que puedes cortar las fibras con tus filudos dientes y hacerme caer? Pero el cuy parecía sordo y seguía

comiendo.
Cuando el cuy termino los granos, comenzó a mascar la coronta toda pelada.
- ¿Eh, vuélvete arriba, no sigas royendo! - chillo desesperado el añas.
Y el cuy, habiendo devorado la mazorca, empezó a roer la soga. El añas vio espantado cómo iba cortándola poco a poco.
¡Por favor, deja de mascar la cuerda! ¡Cuando vuelva a tierra te regalaré mucho maíz!
Pero el cuy mordía los hilos cada vez más rápidamente, hasta que, ¡crac! crujió la soga, partióse en dos y el infeliz añas se vino abajo con la velocidad de una flecha.
El zorro lo miró y dijo:
- ¡Pobre amigo, eso te ha pasado por ambicioso!
Dando tumbos y volteretas iba bajando el infortunado por entre las nubes y, al fin, cayó en tierra quedando muerto en el acto. En el mismo sitio donde cayó crecieron cientos

de plantas llenas de espinas que aumentaron rápidamente.
Desde aquel día los demás añases comenzaron a sufrir los insultos de los otros animales que les gritaban:
- ¡Por la culpa de ustedes hay espinas sobre la tierra! ¡Por su culpa nos hincamos cuando salimos al campo! Tanto les culpaban, que desesperados se reunieron en un congreso

para decidir lo que habían de hacer. Ahí acordaron abandonar sus casas y hacerlas bajo tierra.
- Cavaremos huecos y viviremos en ellos - dijeron.
- ¿Pero, y de que habremos de alimentamos? ¿A qué hora buscaremos nuestra comida? se preguntaban.
- Saldremos a buscarla por la noche - respondió una añas anciana que luego agregó: "Cuando todo el mundo duerma y nadie pueda vernos, dejaremos nuestras madrigueras e iremos

al campo".
Desde entonces los añases viven debajo de la tierra y salen solamente en las noches para comer. Cuando asoman los primeros rayos del sol huyen a esconderse de nuevo, antes que

salgan al campo los demás animales.
Esta es la triste historia del añas, desde el día en que aquel abuelo suyo ambicioso, quiso para sí la soga de oro.
En cuanto al zorro, no se volvió a saber de él. Jamás regresó a la tierra a contar cómo era la luna ...

Fuente: Lectura es Vida
Editorial: Escuela Activa S.A.
Cuento adaptado de Enriqueta Herrara Grey

LA MARIPOSA AZUL

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Estoy segura que les gustará...
La cabaña de Sombra de Luna está repleta de mujeres. Las mantas blancas que cubren sus cabezas impiden ver sus semblantes. Se encuentran sentadas en círculos concéntricos con las piernas recogidas, musitando lamentos y llantos contenidos, alrededor de la muchacha que yace inmóvil en el piso.
Los jóvenes, hombres y mujeres, se disputan los lugares próximos a ella, acarician sus mejillas descoloridas, acomodan en su cabellera negra el mechón que insiste en caer sobre su frente, ocultan la herida de su cuello con el tul que cubre su cuerpo.
Los hombres adultos tienen el semblante consternado, pero no lloran ni tampoco conversan. Los ancianos ocupan troncos en el piso y algunos están sentado en la tierra con la espalda apoyada en los pilotes que sostienen la cabaña. Renuevan la dotación de tabaco de su pipa, exhalan densas columnas de humo que trepan al piso de la cabaña...
Era una mañana tórrida, dorada la tonalidad de la luz. El gran río, una planicie fulgurante que lastimaba los ojos de los remeros. Las canoas retomaban de la aldea vecina, al otro lado del río, y los comentarios festivos de la celebración saltaban de una a otra. Eran cinco, repletas de jóvenes, y hacia mucho rato que navegaban en hilera y muy juntas.
No quedó duda, la gran mariposa azul se estaba aproximando. Los remos se paralizaron en las manos de los remeros y las canoas se detuvieron oscilando en el oleaje. A una voz enérgica que vino de la canoa delantera, cambiaron de dirección y se dejaron arrastrar por la corriente impetuosa, pretendiendo eludir la trayectoria de la mariposa azul. Pareció que lo habían logrado. Pero, las expresiones de alivio duraron muy poco, al ver que la mariposa azul modificaba su rumbo y se dirigía al encuentro de las canoas.
Sombra de Luna tripulaba la última canoa con otras muchachas y el remero era Paso Apurado.
- ¡Arrójate al agua! - le gritaron, cuando la mariposa azul estuvo encima de las canoas - ¡arrójate para que no te toque!
Sombra de Luna no los oyó; la expresión de su semblante estaba serena y su mirada dulce y abstraída. Y, ni ella en la canoa, ni la mariposa azul en el aire dorado, se alarmaron cuando los tripulantes se arrojaron al río levantando trombas de agua turbia. Las canoas convulsionaron, chocaron unas con otras, fueron llevadas río abajo por la corriente ejecutando un baile alocado.
Entonces, en la inmensidad luminosa y uniforme del firmamento y el agua, quedaron solas, frente a frente, la muchacha y la mariposa azul. La una sonriendo levemente, la otra respondiéndole con aleteos pausados y cadenciosos.
Procurando no hacer movimientos bruscos que pudieran espantarla, Sombra de Luna extendió el brazo. Y la mariposa azul aceptó la invitación y se poso en su mano.
¿Cómo explicarse que la canoa de Sombra de Luna, desprovista de remos y remeros, llegara a la orilla sin problemas, mientras las demás eran tragadas por el río, y los náufragos, dispersados por la corriente, recalaran tan lejos del lugar de llegada, abrazados a los palos que acarreaba el agua, exánimes, medio ahogados y llenos de pavor?
- Es un espíritu poderoso - dijo un anciano.
- La ha señalado - dijo otro - ya no hay remedio.
- Regresara por Sombra de Luna en cualquier momento - sentencio el mueraya.
Paso Apurado era la persona más afligida por el suceso, más todavía que los familiares de Sombra de Luna. Si el aturdimiento le había impedido acompañar en la canoa a su prometida y, tal vez, evitar el incidente; en adelante no la abandonaría nunca más. Ningún espíritu, por poderoso que fuera, le arrebataría a su amada. Se había ejercitado de tal modo con el arco para protegerla, que sus flechas pulverizaban en el aire a las mariposas que se atrevían acercarse a su prometida, cualquiera que fuera su color y tamaño.
Su amada se había vuelto ensimismada y silenciosa, y recorría las sendas de la aldea sin hacerse notar ni ser advertida, como una dulce sombra.
Hasta que llego el momento que tanto se temía y que los rituales del mueraya no habían logrado conjurar.
Sabedor que las mariposas no vuelan de noche, Paso Apurado estaba abandonando la vigilancia de la cabaña de Sombra de Luna.
En eso, creyó verla. No majestuosa, ni bella como la viera en el río. Vio tan solo el centelleo azulado de sus alas enormes, fugaz como el fulgor del relámpago en la tormenta. Se encontraba rondando la cabaña de Sombra de Luna.
Era ella, no cabía duda. Y no era cierto que no volara de noche. Las palabras del mueraya se habían cumplido y había venido a llevarse a su amada. Pero no lo lograría, ahí estaba él para impedirlo.
Aprestó la flecha en el arco y sus manos crispadas tensaron la cuerda. Siguiendo con dificultad las evoluciones de los destellos azules, apunto con sumo cuidado para no errar el disparo. Y la flecha voló a su destino con un silbido agudo. La mariposa azul plegó las alas enormes y perdió altura cuando la flecha vino hacia ella. Y la flecha paso muy cerca, sin tocarla. Y se perdió en la penumbra de la cabaña con dirección al mosquitero de Sombra de Luna.

Fuente: Lectura es Vida
Editorial: Escuela Activa S.A.

13/08/2010

LA HIJA DEL POBRE

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Si eres inteligente tendrás mucho amor a tú alrededor y lo conservarás para siempre.

Una pareja de esposos tenían muchos hijos, a quienes no podían alimentar convenientemente.
El hombre, a pesar de trabajar desde que salía el sol hasta el anochecer, ganaba muy poco. Cuando regresaba a su hogar le recibían sus hijos ansiosos, esperanzados en que traiga algo de comer. Al no poder satisfacer el deseo de sus hijos, se llenaba de profunda depresión y tristeza.
El humilde hombre trabajaba la tierra de un hacendado que tenía extensos terrenos en numerosos pueblos. El rico señor, viendo la honradez y el sacrificio de su trabajador se apiado de é1 y le dijo: "Veo que trabajas la tierra sin ningún provecho. He pensado darte un terreno para ti y los tuyos, para que en é1 construyas tu casa, lo cultives, vendas lo que produce y puedas de esta manera salir de la miseria".
Él y su familia comenzaron a cavar las zanjas. Lamentablemente Le había tocado construir su casa al lado de la propiedad de un hombre que era muy soberbio y orgulloso. Este lleno de ira y envidia se fue a calumniarlo con su patrón; diciendo que a propósito había construido la zanja para que todos se cayeran y que una hermosa ternera había muerto a consecuencia de la caída; por ello exigía justicia.
El patrón del humilde trabajador dijo: "Veo que ambos no se entienden y no quieren ser amigos. Les voy a hacer tres preguntas, el que mejor las conteste mañana, será el ganador. El perdedor aceptara mi decisión. Estas preguntas son: ¿Qué es lo más productivo que hay?, ¿qué es lo mas rápido que existe? y ¿qué es lo mas bueno que hay?"
Ambos se fueron, el rico estaba contento porque se creía el ganador.
En cambio el pobre llego llorando a su casa, conto lo sucedido y todos comenzaron a llorar. Solo la hija menor se mostro tranquila y le dijo a su padre que repitiese más calmado lo que le había pedido su patrón. Luego de escuchar con atención dijo:
- Yo te enseñaré las respuestas y tranquilízate, creo que saldrás ganador.
A la mañana siguiente los dos hombres se presentaron ante el patrón.
El señor dirigiéndose al soberbio pregunto: "¿Qué es lo que más produce? - "Lo que más produce es mi chancho que está bien alimentado y me da manteca, tocino, carne, sangre, tripas para los embutidos y jamón" - dijo el petulante.
- "Lo que más produce es la tierra, que nos sirve de sustento a nosotros y a nuestros animales"- contesto el humilde.
Luego el hacendado le pregunto al rico: ¿Qué es lo que más rápido corre?
- "Mi caballo, porque cuando le suelto corre como una centella por montes y valles, es tan veloz que no se le ven los cascos" - respondió el hombre. - "Es el pensamiento" - dijo el pobre.

De nuevo le pregunto al soberbio: "¿Qué es lo mas bueno que hay? - "La justicia que tú haces" - contesto este.
- "Lo más bueno que hay es Dios"- dijo el humilde.
Luego de escuchar las respuestas se dirigió al pobre y dijo:
- Tú has sido el vencedor - En seguida ordenó a que echaran al hombre rico.

El patrón intrigado pregunto: "¿Quién te ha enseñado tan sabias respuestas?"
- "Ha sido mi hija" - respondió temeroso el hombre.

El señor para probar la inteligencia de la hija la invito a que viniese al día siguiente a su casa; pero debía venir ni vestida, ni desnuda; ni andando, ni cabalgando; ni por el camino, ni por el lado del camino.

El pobre regreso a su casa triste porque pensó que eso era imposible. La joven al escuchar lo que le pedía el señor se echo a reír y dijo: "No te preocupes padre yo iré".

Al otro día ella se puso una malla, monto una cabra pequeñita y cogió dos gatos uno bajo cada brazo.

Con la malla, no iba desnuda ni vestida. Encima de una cabrita no andaba, ni cabalgaba ya que la cabra estaba tan pequeña, que ella tocaba el suelo con sus pies. La cabra iba brincando de lado a lado para conseguir alimentos, de esta manera la joven no iba por el camino ni por la orilla.

Cuando el señor la vía venir se quedo admirado de su inteligencia, entonces ordeno que soltaran a dos enormes perros para que hicieran huir a la joven. Esta al verlos, soltó sus gatos; los perros fueron ladrando tras ellos. De esta manera ella llego sin contratiempos a la casa del dueño.

El hacendado ordeno que la bañaran, la vistieran y la peinaran. Pensaba casarla con un campesino rico, pero al ver la hermosura de la joven se enamoro de ella. Se casó y fueron muy felices.

Un día el señor tuvo que alejarse de la casa; y le recomendó que nunca tome una decisión sin consultarle.

En ausencia del esposo, llegaron dos hombres y comenzaron a contarle sus problemas. Un hombre declaraba: "Él me prestó una rueda para poner al carro que era tirado por una yegua. Pero en la noche mi yegua parió un potrillo muy lindo".
- Mentira - dijo el otro hombre -lo parió mi rueda, por consiguiente el potrillo es mío. ¿Dónde está su marido para que nos ayude a resolver este litigio?
- Ha ido a ver el maíz que tenemos cerca de una laguna, porque de noche salen las ranas y se los comen - contestó ella.
Ambos se quedaron estupefactos con la respuesta de 1a joven y le dijeron:
- ¿Cómo es que las ranas se pueden comer e1 maíz?
- No sé, sí 1as ranas se comerán el maíz. Lo que sé es que una rueda no puede parir a un potro.
Ellos entendieron la enseñanza y se retiraron. Cuando regresó el esposo, la joven le contó lo sucedido. Pero este se mo1estó porque ella había tomado una decisión sin consu1tarle. Entonces le dijo:
- Vete de 1a casa, ya no quiero saber nada de ti; llévate lo que más quieras de la casa, pero vete.
- Esta bien mi señor pero antes de irme te pido por favor que comamos y bebamos por última vez - suplicó 1a joven.
El esposo aceptó, en la noche ambos comieron y bebieron hasta saciarse. Cuando bebían la joven disimuladamente botaba el vino en una jarra, en cambio el esposo se lo bebía todo. Al cabo de unas horas el hombre estaba totalmente ebrio y se quedó dormido. Ella ordenó a sus emp1eados que lo colocaran en un carro y lo llevó a casa de sus padres.
Al día siguiente e1 hombre despertó en la casa de la joven y le preguntó a su esposa por qué lo había llevado a ese lugar. Ella le respondió:
- Usted me dijo que me fuera y me llevara lo que más quiero de la casa, y lo que más quiero de ahí es a usted y por eso lo traje.
El esposo se rio del proceder de su esposa, la besó y regresó con ella a su residencia... Vivieron felices hasta el final de sus días.
Fuente: Lectura es vida - Editorial: Escuela Activa. S.A.

EL LEÓN DE NATUBA - LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO

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Esta es una historia conmovedora, que se presenta en nuestro mundo... espero que les agrade
Nació con las piernas muy cortas y la cabeza enorme, de modo que los vecinos de Natuba pensaron que sería mejor para él y para sus padres que el Buen Jesús se lo llevara pronto ya que, de sobrevivir, sería tullido y tarado. Sólo lo primero resultó cierto. Porque, aunque el hijo menor del amansador de potros Celestino Pardinas nunca pudo andar a la manera de los otros hombres, tuvo una inteligencia penetrante, una mente ávida de saberlo todo y capaz, cuando un conocimiento había entrado a esa cabezota que hacía reír a las gentes, de conservarlo para siempre. Todo fue en él rareza: que naciera deforme en una familia tan normal como la de los Pardinas, que pese a ser un adefesio enclenque no muriera ni padeciera enfermedades, que en vez de andar en dos pies como los humanos lo hiciera a cuatros patas y que su cabeza creciera de tal manera que parecía milagro que su cuerpecillo menudo pudiera sostenerla. Pero lo que dio pie para que los vecinos de Natuba comenzaran a murmurar que no había sido engendrado por el amansador de potros sino por el Diablo, fue que aprendiera a leer y a escribir sin que nadie se lo enseñara.
Ni Celestino ni doña Gaudencia se habían dado el trabajo – pensando probablemente que sería inútil – de llevarlo donde don Asenio, que además de fabricar ladrillos, enseñaba portugués, latines y algo de religión. Y el hecho es que un día llegó el correo y clavó en las tablas de la plaza matriz un edicto que no se molestó en leer en voz alta alegando que tenía que clavarlo en otras diez localidades antes de ponerse el sol. Los vecinos trataban de descifrar los jeroglíficos cuando, desde el sueldo, oyeron la vocecilla del León: “Dice que hay peligro de epidemia para los animales, que hay que desinfectar los establos con creso, quemar las basuras y hervir el agua y la leche antes de tomarlas”. Don Asenio confirmó lo que decían. Acosado por los vecinos para que contara quién le había enseñado a leer, el León dio una explicación que muchos encontraron sospechosa: que había aprendido viendo a los que sabían, como don Asenio, el capataz Felisbelo, el curandero don Abelardo o el hojalatero Zósimo. Ninguno de ellos le había dado lecciones, pero los cuatro recordaron haber visto asomar muchas veces la gran cabeza hirsuta y los ojos inquisitivos del León junto al taburete donde leían o escribían las cartas que les dictaba un vecino. El hecho es que el León había aprendido y que desde esa época se le vio leyendo y releyendo, a todas horas, encogido a la sombra de los árboles de jazmín caiano de Natuba, los periódicos, devocionarios, misales, edictos y todo lo impreso a que podía echar mano. Se convirtió en la persona que, con una pluma de ave tajada por él mismo una tintura de cochinilla y vegetales, redactaba, en letras grandes y armoniosas, las felicitaciones de cumpleaños, anuncios de decesos, bodas, nacimientos, enfermedades o simples chismes que los vecinos de Natuba comunicaban a los de otros pueblos y que una vez por semana venían a llevarse el jinete del correo. El León les leía también a los lugareños las cartas que les mandaban.
Hacía de escriba y de lector de los demás por entretenimiento, sin cobrarles un céntimo, pero a veces recibía regalos por eso servicios.
No se llamaba León sino Felicio, pero el sobrenombre, como ocurría a menudo en el región, una vez que prendió desplazó al nombre. Le pusieron León tal vez por burla, seguramente por la inmensa cabeza que, más tarde, como para dar razón a los bromistas, se cubriría en efecto de unas tupidas crenchas que le tapaban las orejas y zangoloteaban con sus movimientos. O, tal vez, por su manera de andar, animal sin duda alguna, apoyándose a la vez en los pies y en las manos (que protegía con unas suelas de cuero como pezuñas o cascos) aunque su figura, al andar, con sus piernas cortitas y sus brazos largos que se posaban en tierra de manera intermitente, era más la de un simio que la de un predador.
Pese a que les redactaba la correspondencia, los vecinos no acabaron nunca de aceptar al León. Si sus propios padres podían apenas disimular la vergüenza que les daba ser sus progenitores y trataron una vez de regalarlo ¿Cómo hubieran podido las mujeres y los hombres de Natuba considerar de la misma especie que ellos a esa hechura? La docente de hermanos y hermanas Pardinas lo evitaban y era sabido que no comía con ellos sino en un cajoncito aparte. Así, no conoció el amor paternal, ni el fraterno (aunque, al parecer, adivinó algo del otro amor) ni la amistad, pues los chicos de su edad le tuvieron al principio miedo y, luego, repugnancia. Lo acribillaban a pedradas, escupitajos e insultos si se atrevía a acercarse a verlos a jugar. Él, por lo demás, rara vez los intentaba. Desde muy pequeños, su intuición o su inteligencia sin fallas le enseñaron que, para él los demás siempre serían seres reticentes o desagradados, y a menudos verdugos, de modo que debía mantenerse alejado de todos. Así lo hizo, por lo menos hasta el episodio de la acequia, y la gente lo vio siempre a prudente distancia, aun en las ferias y mercados.

Mario Vargas Llosa,
La guerra del fin del mundo.

ADENTRO, AFUERA, ARRIBA

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A divertirse....


Adentro, afuera, arriba

Y aquí, y allá, arriba, abajo
canto muy feliz. 

Y aquí, y allá, arriba, abajo
canto muy feliz.

Ya Cristo vino a mi,
y limpio mi corazón,

Ahora brinco, salto, canto,
Yo soy muy feliz.

Y aquí, y allá, arriba, abajo
canto muy feliz.

Y aquí, y allá, arriba, abajo
canto muy feliz.

Ya Cristo vino a mi,
y limpio mi corazón,

Ahora brinco, salto, canto,
Yo soy muy feliz.

LEYENDA DEL SOL Y DE LA LUNA

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Entérate como el sol y la Luna se separaron... ojo sólo es una leyenda.

Los chamas, antiguos habitantes del Perú, tienen una leyenda sobre el origen del día y la noche.
Cuentan que el dios Habi tuvo dos hijos: Bari, dios del Sol, y Use, diosa de la Luna.
Un caluroso día de verano, Use se sentó a la orilla de un lago para refrescarse. Su hermano Bari la vio y como era alegre y vital, decidió gastarle una broma.
Se untó las manos con la oscura resina de una árbol y se acercó sigilosamente a Use. Cuando llegó hasta ella, Bari froto sus negras manos en el rostro de Use.
Ella se miro en el espejo del agua y, al verse así, rompió a llorar desconsoladamente.
- ¡No volverás a verme nunca! – le gritó a su hermano.
Y ascendió a los cielos, ante el estupor de Bari.
Desde entonces Use, la diosa de la Luna, sale siempre de noche, cuando el Sol se ha ocultado.
Fuente: TRADICIÓN ORAL ANDINA

LA ZORRA Y LA PANTERA

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Quieres ser hermosa (o), entérate que es lo que debes hacer, seguro que les gustará

Disputaban otro día la zorra y la pantera acerca de su belleza. La pantera alababa muy especialmente los espaciales pintados de su piel. Replicó entonces la zorra diciendo:
- ¡Mucho más hermosa me considero yo, no por las apariencias de mi cuerpo, sino más bien por mi espíritu!
MORALEJA:
Para los pretenciosos. Las cualidades del espíritu son preferibles a las del cuerpo.
Valor alentado: agradecer lo que Dios nos dio.
La zorra y el perro.
Penetró una zorra en un rebaño de corderos, y arrimando a su pecho un pequeño corderillo, fingió acariciarle. Llegó un perro y le preguntó:
- ¿Qué estás haciendo?
- Le acaricio y juego con él – dijo con cara de inocencia.
- ¡Pues suéltalo enseguida, si no quieres conocer mis mejores caricias!

MORALEJA: Al impreparado lo delatan sus actos. Estudia y aprende con gusto y tendrás éxito en tu vida.
Valor alentado: La preparación que es educación.

Fuente: Fábulas ejemplares de Esopo

¿FALLAN LAS MATEMÁTICAS?

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Vamos diviértete con tus amigos...
Si tú afirmas, que puedes demostrar que la mitad de trece es ocho, tus oyentes creerán que no estás en sano juicio, pero aceptarán la broma, cuando tomes diez palillos, o trazando en el tablero diez rayas, en la forma indicada en el grabado, formes en números romanos trece.

Una vez formado este número, quitas tranquilamente cinco palillos o rayas de la parte de abajo, con lo cual todos pueden constatar que la mitad de trece es ocho.

Fuente: Victor Villegas

12/08/2010

LA ZORRA Y LOS RACIMOS DE UVAS

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Si deseas algo en la vida esfuersate que lo consiguiras

Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca. Mas no pudiendo alcanzarlos, a pesar de sus esfuerzos, se alejó diciendose:
- ¡Ni me agradan, están tan verdes!

Moraleja:

No hay excusas para nuestra impericia. No culpes a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.

Valor alentado: El esfuerzo por superarnos.

Fuente: Fábulas ejemplares de Esopo

LA ZORRA Y EL LEÑADOR

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Esta es una típica historia, tratar a las personas como nos tratan.

Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña. Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra.
El leñador, con la voz , les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se escondía. Los cazadores no entendieron las señas de mano y se confiaron sólo en lo dicho con la palabra. La zorra, al verlos irse, salió silenciosa, sin decir nada al leñador. Le reprochó el leñador por qué, a pesar de salvarla, no le daba las gracias, a lo que zorra contestó:

- Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.

Moraleja:

No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras. Eso es ser deslea con uno mismo.

Valor alentado: Mostrar nuestro desprecio al traidor

Fuente: Fábulas ejemplares de Esopo

LA CUIDAD SEPULTADA POR LAS AGUAS

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A continuación les presento esta lectura que se trata de un cuidad que fue sepultada por las aguas del mar, todo por el orgullo de las personas ricas que nunca se dignaron en ayudar a los pobres... ¿quiéres saber que fue lo que pasó?... entérate!, espero que les guste

LA CUIDAD SEPULTADA POR LAS AGUAS

Hace muchos siglos en Holanda, país eu ropeo, había un pueblo muy hermoso llamado Stavoreen, que estaba ubicado cer ca al mar. La mayoría de sus habitantes eran muy ricos y orgullosos, porque sus barcos iban a distintas parte del mundo a buscar tesoros, oro y plata; vivían en palacios y no se preocupaban de las personas pobres de esa bella ciudad.
Entre esos privilegiados habitantes había una dama millonaria que era muy soberbia y cruel. Un día llamó al capitán de su más poderoso barco y le dijo: "Capitán, vaya y traiga el más grande cargamento de la cosa más preciosa del mundo".
- ¿Y cuál es esa cosa? - replicó el capitán.
- En la tierra solo hay una cosa que es la más preciosa de todas, así que parta a buscarla.
El capitán del navío, temeroso por el carácter iracundo de la dama, no atinó a decir nada más y se fue con dirección a su nave y se hizo a la mar. Después que partió llamó a todos sus oficiales y les dijo:
- La dama millonaria me ha encargado conseguir cosa más preciosa del mundo, pero no me ha dicho cual es. Alguien de us tedes sabe ¿Cuál es la cosa más preciosa del mundo?
- Sí mi capitán, dijo un oficial, es el oro.
- No. dijo Otro oficial, es la plata.
Un tercer oficial intervino en la conversación y exclamó:
- La cosa más preciosa del mundo es el diamante, la perla y el rubí. Un marinero afirmó:
-No es ninguna de esas ¿saben cuál es? son las telas".
El capitán meditó bastante y dijo:
-Yo sé cuál... es el trigo. Porque con el trigo se hace el pan y este es indispensable en el alimento de las personas y por lo tanto es la cosa más preciosa del mundo.
Todos los marineros se dirigieron a comprar dicho alimento, el cual lo consiguieron en una ciudad muy lejana y retomaron a Stavoreen.
Mientras tanto la dama contaba a todas sus amistades que había enviado al capitán de su navío a buscar la cosa más preciosa del mundo.
Toda la población aguardaba con interés el regreso del navío. El capitán de la nave, apenas llego, fue al palacio de la señora rica y le manifestó que había traído su pedido:
- A ver dígame, ¿Que me ha traído usted?
- Señora, le traigo un cargamento del más hermoso trigo.
- Miserable, replico la señora, a usted le he pedido la cosa más preciosa del mundo y se atreve a traerme un vulgar trigo, vaya al puerto y tire el trigo al mar, yo iré para presenciar que se cumplan mis órdenes.
El capitán partió con dirección al puerto y por el camino se encontró con numerosos pobres que pedían alimentos. A ellos les dijo: " Mi patrona tiene un gran cargamento de trigo que me ha ordenado arrojarlo al mar, si ustedes van y le piden que por favor les regale el trigo, diciéndole que son personas pobres y tienen hambre, quizás se conduela y les obsequie este alimento".
Al poco rato la señora llego al puerto y le dijo al capitán:
- ¿Usted, ha cumplido con mis órdenes?
- No, todavía señora.
- Entonces, que espera para hacerlo.
En esos momentos se le acercaron cientos de personas pobres. El capitán aprovecho para decirle a la señora: "¿Por qué, en vez de arrojar el tri go al mar, no les obsequia dicho ali mento, a estas personas necesitadas?" Los pobres al escuchar las palabras del capitán manifestaron:
- i Sí, señora, por favor, regálenos el trigo, tenemos hambre!
Pero la dama, que era una persona cruel exclamo:
- i Cumpla con mis órdenes y arro jen el trigo al mar!
- ¡Jamás! - replicó enérgico el capitán.
Entonces la dama ordenó a los ma rineros, cumplir con su deseo; estos inmediatamente hicieron lo que le dijo la dama, a pesar de los ruegos de las personas pobres.
El capitán dirigiéndose a la dama, lleno de ira le increpó: "Ya cumplie ron con su orden los marineros. Sin embargo habrá de llegar un día en que usted se lamentara y ese día tendrá hambre y ninguna de las personas que ve se compadecerá de usted".
- Eso e imposible, capitán, yo soy la persona más adinerada de Stavoreen. En esos momentos la dama se sacó el anillo de brillantes y lo arrojó al mar diciendo: "Cuando este anillo vuelva a estar en mis manos creeré en lo que usted me ha dicho".
Pasaron varios meses. Hasta que un día, un criado que preparaba la comida de la dama encontró el anillo en el estómago de un pez. Inmediatamente llevó la joya a su patrona. La señora sorprendida le preguntó: "¿Dónde lo has encontrado?".
- En el estómago de un pez. La dama en esos momentos recordó las palabras del capitán." Al cabo de varia horas, recibió la noticia que todos sus barcos habían naufra gado y con ellos, perdió todos sus tesoros de oro y plata, así como sus piedras preciosas. Que sus palacios habían sido destruidos.
La señora ya no era rica, sino la más pobre de todas las personas, como no tenía con que alimentarse y pasaba hambre, fue de puerta en puerta pidiendo que le den algo de comer, siquiera un mendrugo de pan, pero ni los ricos ni los pobres le dieron nada.
Como consecuencia de esto la pobre dama falleció de hambre y frio.
Sin embargo las demás personas ricas no cambiaron sus costumbres, seguían siendo egoístas y malas.
Cierto día, amaneció el puerto de Stavoreen bloqueado por un gran banco de arena, el cual impidió el comercio. Del banco de arena empezó a brotar el trigo que la dama hizo arrojar al mar todo se cubrió de estas hierbas, pero el trigo no daba frutos; a pesar de ello los ricos tenían que comer y los pobres no.
Cierto día, un hombre preocupado por lo que había hallado reunió a todos los ricos y les dijo: “He encontrado dos peces en el pozo, el dique está roto”. Los ricos no le hicieron caso.
Durante la noche el mar intempestivamente entró en la ciudad y todas las casas y palacios quedaron totalmente cubiertas por las aguas del mar. Los ricos y los pobres perecieron. En el sitio donde estaba la bella ciudad de Stavoreen, que fue destruida por el egoísmo de las personas ricas que se negaban a ayudar a los pobre, ha aparecido el Zuider Zee que es una especie de golfo.

Fuente: Lectura es Vida
Editoria: Escuela Activa S.A.

EL PERRO QUE SUPO ESPERAR

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Conozcan la historia tan conmovedora de "amo a primera vista", Esta lectura se trata como "Mister Hueso" llega a querer a tanto a su amo Jim, y disfrutan bellos momentos inolvidables, pero llega un día en que Jim tuvo que hacer un viaje sin retorno, en esos momentos Mister Hueso se puso muy triste. ¿Quiéren saber el fin...? allí les dejo, espero que les guste.

EL PERRO QUE SUPO ESPERAR

Mi hermano Jim era un hombre muy valiente y bondadoso; capaz de hacerle frente mas envalentonado, pero cuando de mujeres se trataba, era todo un caballero. En toda mi existencia no he conocido a una persona más considerada con las mujeres, niños, perros, que él.
Hace algunos años Jim vino a vivir a mi casa, cuando "Mister Hueso" lo conoció no aceptó otro amo que no sea é1. Se puede decir que fue su amo a primera vista.
El perro seguía a Jim como a su sombra. Siempre que su amo salía de viaje, é1se empeñaba en acompañarlo. Mi hermano le decía:
- No "Mister Hueso", ahora no. Ya volveré. En el próximo viaje te llevaré.

Muchas veces la ausencia de Jim duraba varias semanas, pero su fiel perro esperaba pacientemente. Así el can confiaba en su pronto regreso y cuando él volvía se iban a larguísimos paseos.
Cuando Jim no viajaba, el perro iba todas las noches después de la comida a dormitorio, al poco rato volvía con las pantuflas y las dejaba en el suelo frente su butaca en la que estaba su amo descansando, el can se echaba cerca a é1 y apoyaba su hocico en uno de sus pies.

Así permanecía hasta que Jim se levantaba.
Cierto día, Jim cayó muy en fermo y me dijo:

- Siento que me está fallan do el corazón, creo Bill que me queda poco tiempo de vida.

Antes de morir, pregunt6 por "Mister Hueso" y afirmó lo si guiente:

- Le voy a hacer mucha fal ta, déjalo entrar.

Al ver a su amado perro, con sus ojos lagrimeando le dijo:

- Ya volveré mi fiel amigo, ya volveré. Espera... hasta la próxima.

Todos los familiares sentimos profundamente la muerte de Jim; pero comprendimos que así es la vida, que el ser humano nace, crece, se reproduce y lamentablemente tiene que morir.
"Mister Hueso" seguía aguardando la llegada de Jim, porque sabía que su amo no le fallaba nunca. Un día sacó las pantuflas de su amo, las llevó a la cocina y las metió en su caja don de dormía. Habían transcurrido cinco años, en la sala estábamos mi mujer y yo, todo estaba en calma y "Mister Hueso" se había echado cerca a Emilia. El perro de pronto comenzó a mover la cola y a golpearla contra el suelo. Luego el animal se levantó, fue a la cocina y de su caja sacó las pantuflas de su amo, las dejó frente a la butaca y se echó encima de una de las pantuflas de Jim. Yo sentí de pronto que la casa se estaba llenando de ese aire de bondad que Jim esparcía en torno suyo. Emilia y yo nos fuimos a dormir, ella señalando al perro me dijo que no lo despertara.
Al día siguiente por la mañana encontramos a "Mister Hueso" tal como lo habíamos dejado la noche anterior; estaba completamente inmóvil, había ido a reunirse con su amo.

Fuente: Lectura es Vida
Editorial: Escuela Activa S.A.

EL ÁGUILA Y LOS GALLOS

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En esta fábula aprenderás a ser mas conservador en tu vida, y comienza así.

Dos gallos reñian por la preferencia de las gallinas; y al fin uno puso en fuga al otro.
Resignandamente se retiró el vencido a un matorral, ocultandose allí. En cambio el vencedo orgulloso se subió a una tapia alta  dándose a cantar con gran estruendo.

Más no tardó  un águila en caerle y raptarlo. Desde entonces el gallo que habá perdido la riña se quedo con todo el gallinero.

Moraleja:
A quien hace alarde de sus propios éxitos, no tarda en aparecerle quien se los arrebate.

Valor alentado: La modestia que no es humillación.

Fuente: Fábulas ejemplares de Esopo

EL ÁGUILA Y LA ZORRA

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En esta fábula, encontrarás a un personaje que traiciona la amistad de alguien, léelo para no cometas los mismos errores

Un águila y una zorra, muy amigas, dicidieron vivir juntas a fin de afianzar su amistad. El águila escogió un árbol muy elevado para poner alli sus huevos, mientras que la zorra soltó a sus hijos bajo unas zarzas sobre la tierra al pie del mismo árbol.
Un día que la zorra salió a buscar su comida, el águila, que estaba hambrienta cayó sobre las zarzas, se llevó a los zorruelos, y entonces ella y sus crías se regocijaron con un banquete.
Regresó la zorra, y más le dolió el no poder vengarse, que saber de la muerte de sus pequeños:
¿Cómo podría ella, siendo un animal terrestre, sin poder volar, persiguir a uno que vuela? Tuvo que conformarse con el usual consuelo de los débiles e impotentes: maldecir desde lo lejos a su enemigo.

Mas no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición contra la amistad.
Se encontraban en el campo unos pastores sacrificando una cabra; cayó el águila sobre ella y se llevó una víscera que aún conservaba fuego, colocandola en su nido.

Vino un fuerte viento y transmitió el fuego a las pajas, ardiendo tambien terriblemente sus pequeños aguiluchos, que por pequeños aun no sabían volar, los cuales se vinieron al suelo.

Corrió entonces la zorra, y tranquilamente devoró a todos los aguiluchos ante los ojos de su enemiga.

Moraleja:

Nunca traiciones la amistad sincera, pues si lo hicieras, tarde o temprano del cielo llegará el castigo.

Valor alentado: La amistad que repudia la traición

Fuente: Fábulas ejemplares de Esopo

LOS SIETE PELOS DEL DIABLO

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Este cuento se trata como el diablo vino al planeta,y como se inicia los siete pecados del diablo... espero que les guste.
LOS SIETE PELOS DEL DIABLO
¡Teniente Mandujano !
¡Presente, mi corone!
Vaya usted por veinticuatro horas arrestado al cuarto de banderas.
Ruego a usted que se digne decirme el motivo del arresto, para no reincidir en la falta.
¿El motivo, eh? El motivo es que ha echado usted a lucir varios de los siete pelos del diablo.

El teniente Mandujano se alejo architurulato y se echo a averiguar que alcance tenía aquello de los siete pelos del diablo, frase que ya

había oído en boca de viejas.

Cuando Luzbel armó en el cielo la primera trifulca revolucionaria, el Señor le aplicó tan soberano puntapié en salva la parte que, rodando de

estrella en estrella y de astro en astro, vino el muy faccioso, insurgente y montonero, a caer en este planeta que astrónomos y geógrafos

bautizaron con el nombre de Tierra.

Y cata que al ángel caído lo que más le llamo la atención en la fisonomía de los hombres fue el bigote; suspiro por tenerlo y se echo a

comprar menjurjes y cosméticos de esos· que venden los charlatanes, jurando y rejurando que hacen nacer el pelo hasta en la palma de la mano.

El diablo renegaba del afeminado aspecto de su rostro sin bigote y habría ofrecido el oro y el moro por unos mostachos.

Y aunque sabía que para satisfacer el antojo bastaríale dirigir un memorialito bien parlado, pidiendo esa merced a Dios que es todo

generosidad para con sus criaturas, por pícaras que ellas le hayan salido, se obstino en no arriar bandera diciéndose:

¡Pues no faltaba mas sino que yo me rebajase hasta pedirle favor a mi
enemigo!

¡Hola! - exclamó el Senor que, como es notorio, tiene oído tan fino que percibe hasta el vuelo del pensamiento - ¿Esas tenemos, envidiosillo

y soberbio? Pues tendrás lo que mereces, grandísimo bellaco.

Amaneció y se levanto el ángel protervo luciendo bajo las narices dos gruesas hebras de pelo. Eran la SOBERBIA y la ENVIDIA.

Para esta mezquindad, mejor me estaba con mi carita de hembra - decía el muy zamarro.

Al día siguiente despertó el rebelde con un pelito 0 viborilla más. Era la IRA.

A ahogar penas se ha dicho - pensó el desventurado.

Y sin mas encaminóse a una parranda de lujo.

¡Dios de Dios y la mona que se arrimó el maldito! Al despertarse miróse al espejo y se halló con dos huéspedes más en el proyecto de bigote:

la GULA y la LUJURIA.

Abotagado por los licores se pasó Luzbel ocho días sin mo verse de la cama.

Feliz semana para la humanidad, porque sin diablo enredador y perverso, estuvo el mundo tranquilo como balsa de aceite.

Cuando Luzbel volvio a darse a luz le habia brotado otra cerda: la PEREZA.
Y durante años y años anduvo el diablo por la tierra luciendo sólo seis pelos en el bigote, hasta que un día, por malos de su pecados, se le

ocurrió aposentar se dentro del cuerpo de un usurero; y cuando hastiado de picardías le convino cambiar de do micilio, lo hizo, luciendo un

pelo mas: la Avaricia.

Tal es la historia tradicional de los siete pelos que forman el bigote del
diablo.
Tradición de Ricardo Palma, escritor peruano (1833 - 1919)