
En el año 1579 nació en Lima un niño mulato que fue bautizado con el nombre de Martín de Porras. La familia era Martín era pobre. Por lo que el padre viajo a Guayaquil para mejorar su situación. Con el viajaron Martín y su hermana Juana. Martín tenia entonces 8 años y permaneció en Guayaquil hasta los once años, edad en la que regreso a Lima a vivir con su madre, en una humilde casa en el barrio pobre de Bajo el Puente. Para ayudar con los gastos comenzó a trabajar como aprendiz en una barbería. En ese tiempo los barberos no se ocupaban solamente de cortar el cabello y arreglar la barba a los caballeros, sino que también eran “Enfermeros”, por lo que eran trabajadores muy solicitados y bien pagados. Poco a poco, el jovencito Martín de Porras comenzó a destacarse por su habilidad como peluquero y barbero, y por su pericia como enfermero. Comenzó a hacerse famoso y muchos clientes iban a la barbería para que el los atendiese.
Martín era un ferviente católico y estaba muy preocupado por la salvación d su alma. No quería caer en los pecados de la vanidad, la envidia, el rencor ni el afán de la venganza. Por eso, después de pensarlo largamente, abandono la barbería y se presento al convento Santo Domingo.
Al llegar, se ofreció como hermano lego para desempeñar cualquier oficio.
Era el año 1594 y Martín tenia apenas 15 años. Los sacerdotes dominicos, tras varios años de prueba, lo aceptaron definitivamente en la orden como hermano lego encargado de la cocina, la enfermería y la limpieza. Martín era muy trabajador y muy hábil cuando le encargaban una tarea, por modesta que fuese. Como enfermero no se limitaba a curar las heridas del cuerpo, sino que también se preocupaba por el estado de animo de sus pacientes, por su familia, su vida, por todo.
Entonces, los enfermos y todos lo que tenían algún problema iban a buscarlo, para contarle sus penas y escuchar un consejo o una palabra de consuelo. Martín rezaba mucho, meditaba, “Conversaba con Jesús”, como el decía. A solas en su celda, en el silencio de la noche, le contaba al Señor Crucificado todos sus problemas y preocupaciones, le pedía consejo sobre como ayudar, le exigía ayuda para aquellos que sufrían. Y la gente decía que Jesús le respondía. lo ayudaba, lo aconsejaba. Y fue así como, poco a poco, fue surgiendo la evidencia de que Martín de Porras, el hermano mulato de la enfermería y la cocina del convento de santo Domingo hacia milagros. La gente ya no lo buscaba solo para que les diese un consejo o los curase de una pequeña herida. Ahora, confiaban ciegamente en el, le pedían lo imposible, y el siempre parecía poder arreglarlo todo.
Muchos milagros se cuentan de Martín de Porras pero el mas conocido fue el de haber hecho comer en un solo plato a perro , pericote y gato. Y es que Martín de Porras quería muchísimo a los animales.
San Martín de Porras, el santo mulato a quien se representa con escoba, por el modesto oficio que tuvo en vida, en 1963 a los sesenta años de edad rodeado del respeto y llanto de toda Lima.
Fuente: Anónimo