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LOS PROBLEMAS DE ROBERTO ZAPATONNI.

LOS PROBLEMAS DE ROBERTO ZAPATONNI.

Un niño ha llegado a nuestro salón de segundo grado. Se llama Roberto Zapatonni.
Nuestro nuevo compañero es alto, robusto y muy simpático. Pero tiene una pequeña característica:
Cuando Zapatonni llegó a clases, la señorita Tota nos lo presentó:
- ¡Demos la bienvenida con un fuerte aplauso a nuestro nuevo amigo Zapatonni!
Jaime, el más sordo de la clase, como escuchó sólo una parte del apellido.
- ¿Qué? ¿Se llama Zapatón?
Y Pepe, que es el más fastidioso, le respondió:
- Sí, sí, se llama Zapatón. ¿No le ves sus tremendos zapatones?
Todos los demás chicos se rieron y empezaron a decirle así: “Zapatón”. Y así se quedó con ese nombre.
Un día, cansado de las burlas, Zapatonni se puso a llorar. La señorita Tota le preguntó:
- ¿Te molesta que los chicos te digan Zapatón?
- No, eso no me molesta, me molesta tener los pies gigantes. Yo quiero tener los pies enanos.
- Pero cada uno es como es, y no como quiere ser.
- Yo no quiero estar en un salón donde soy el único con los pies gigantes.
La señorita Tota le trató de explicar que tener los pies grandes o chicos no era motivo de risa ni de llanto, pero Zapatonni lloraba a moco tendido. Entonces, cuando la señorita Tota salió del salón, Pepe les dijo a los chicos:
- A ver mañana todo el mundo va a venir con zapatones.
- Pero mañana tenernos. Si venimos con zapatones, vamos a perder – dijo Daniel.
Pero aun así, todos los chicos obedecimos a Pepe, y al día siguiente llegamos al salón con los zapatos más grandes que pudimos conseguir. Por supuesto que todos teníamos bolas de papel dentro del zapato.

Cuando llegó la maestra, y al vernos a todos con unos zapatones, dijo:
- ¡Qué raro, Zapatonni ya no llora más! Pero ahora tengo una clase llena de zapatones.
A la hora del partido, animamos a Zapatonni a jugar. Fue un partido difícil, sobre todo al correr, pero con todos ganamos al equipo de 2° B.
Cuando regresamos al salón, todos estábamos felices. Hasta Zapatonni estaba muy contento.
Y comprendió lo que le dijo la señorita Tota: que cada uno es como es.
Carmen Rosa León

¡NO SE OYE, PADRE! – VALOR DE LA HONESTIDAD


¡NO SE OYE, PADRE! – VALOR DE LA HONESTIDAD

Pedro era un niño que vivía en un pueblo de los Andes. Su madre tenía muchas bocas que alimentar. Por eso lo llevó donde el padre Sebastián, para que le sirviera de monaguillo.

Las relaciones entre el padre Sebastián y Pedro fueron muy buenas desde el principio. Pero ocurrió, como en todas partes, que aun los curas sufren tentaciones.

Era un día en que Pedro había recibido de su madre, como regalo de cumpleaños, una bolsa llena de tostadas y dos ricos quesos. El niño, después de invitar al padre, guardó el resto en su cuarto.
Pero el gusto del queso y de las tostadas se quedó en la boca del padre Sebastián, quien no pudo resistir las ganas de seguir comiendo. Entonces, sin que el niño viera, cogió un pedazo de queso y un puñado de tostadas.
Pero la noche, cuando el niño abrió su bolsa, se dio cuenta de que faltaba la mitad de un queso y algo de tostadas. Se puso a pensar quien habría sido. Y por más que daba vueltas al asunto, no encontraba otro culpable que el padre Sebastián.
Y como Pedro era un buen chico, decidió confesarle al día siguiente de los malos pensamientos que había tenido. Muy temeroso, le dijo al cura:
- Padre Sebastián, he tenido un mal pensamiento. He pensado que usted se ha robado mi queso y mis tostadas.
El cura no contestó. Y cuando el niño le repitió la confesión, poniéndose rojo de vergüenza, el cura le dijo:
- No se oye, Pedro, No se oye.
Y dio como penitencia un padrenuestro.
Pedro se quedó muy indignado. Ahora no tenía duda de que había sido el padre Sebastián. De pronto, le vino una idea. Él también podía robarle al cura unos confites de su dormitorio. El padre Sebastián salió a dar una misa en un pueblo vecino. Cuando el padre se fue, Pedro saboreó a su gusto los confites. Lo hizo ese día y otros más.
Días después, el padre Sebastián le dijo que se acercara al confesionario porque el domingo tenía que comulgar. Ya frente a frente, separados por la rejilla del confesionario, Pedro oyó decir al padre:
- Pedrito, ¿no has visto quien entra a mi cuarto a robarme mis confites?
El niño no contestó. Con una chispa de astucia, recordando la respuesta que le había dado el cura, contestó:
- ¡No se oye, padre!
El cura se quedó mudo y sorprendido. Se sonrió y despachó al muchacho. Cuando volvieron a encontrarse, había una pícara mirada en los ojos de ambos. Y nunca más se volvieron a robar.

Gaby Vallejo.

PALLA HUARCUNA - Tradición de Ricardo Palma

PALLA HUARCUNA
El inca Túpac Yupanqui, llamado por los haravicus del Cusco como el “Rico de todas las virtudes”, ha salido con todos sus súbitos a recorrer su grandioso y extenso imperio. Por todos los pueblos que pasa las personas le rinden reverencia, le dan gritos de bendición y aplausos, porque él es inca bondadoso y preocupado por sus vasallos.

El ejército del inca vence a la indómita tribu de Los Pachis. Un cóndor de alas gigantescas, todo marherido cae sobre el pico más alto de los Andes. El sumo sacerdote viendo al cóndor dice que se acerca la ruina del imperio de Manco y que gente de otras partes vendrán e impondrán sus costumbres y religión.

El inca Yupanqui toma, de la tribu vencida, una cautiva y también, sin saberlo, entre los prisioneros a su amado. La hermosa joven lleva collar de guairuros, y es destinada para el serrallo del inca; pero al enterarse de los propósitos del inca, huye con su amado.

La voz de alarma se escucha en toda Izcuchaca, sitio en que se había detenido el inca con su séquito.

La pareja, en su desesperada huida, es sorprendida y el joven muere defendiendo a su enamorada.

Túpac Yupanqui sumamente irritado ordena la muerte de la esclava infiel. La joven escucha alegre la sentencia de muerte, porque espera reunirse con el dueño de su espíritu; ella comprende que en la tierra no hay lugar para el amor eterno que se profesaban.

En Huancayo, lugar donde fue asesinada la muchacha, en la cadena de cerros entre Izcuchaca y Huaynapuquio ha aparecido la figura de una india con un collar de guairuros en el cuello y un turbante de plumas en la cabeza. A ese lugar lo consideran como Palla Huarcuna y los pobladores de la región lo consideran como un genio maléfico, porque cualquier persona que pasa de noche por ese lugar es devorada por el fantasma de piedra.

Tradición de Ricardo Palma, escritor peruano (1833 - 1919).

BIOGRAFÍA DE DON JOSÉ GÁLVEZ.

BIOGRAFÍA DE DON JOSÉ GÁLVEZ.

Don José Gálvez nació en Cajamarca, el 2 de abril de 1822. Hizo sus primeros estudios en el colegio de Ciencias y Artes de su ciudad natal.
El 1842 viajó a Lima e ingresó al Convictorio de San Carlos; culminando su profesión, ejerció el derecho en Cerro de Pasco y Tarma.

Regresó a Lima y trabajó como maestro en el colegio nacional “Nuestra Señora de Guadalupe”; siendo posteriormente director. Renunció al cargo para incorporarse a la revolución de Ramón Castilla en Arequipa, contribuyendo en la abolición del tributo a los indios y en la emancipación de los esclavos negros.

Al triunfar la revolución fue nombrado Rector del Convictorio de San Carlos y en 1855 fue elegido representante de los departamentos de Cajamarca y Pasco, en la Convención Nacional, renunciando al rectorado.

La convención fue disuelta por Castilla, y Gálvez se convirtió en su mayor opositor. Fue implicado en un atentado contra el presidente, por lo que fue desterrado a Europa.

Regresó al Perú en 1862, se unió a la revolución de Ignacio Prado y al triunfar ésta, asumió el Ministerio de Guerra y Marina. Declarada la guerra a España, organizó la defensa del Callao, combatiendo desde la torre de La Merced, el 2 de mayo de 1866. La escuadra española compuesta de 7 poderosos barcos equipo con 300 cañones, iniciaron el combate a la 11:50 horas. La defensa del Callo contaba con apenas 50 cañones; pero fue tanto el amor por la patria, el entusiasmo y valor puesto en la lucha, que a las 16:45 horas concluidas la contienda con el retiro de los españoles a las islas de San Lorenzo para reparar sus naves, curar sus heridos y enterrar a sus muertos.

Ese día Gálvez perdió la vida, en su puesto de combate, a consecuencia de una explosión definitiva del Perú del yugo español.

Fuente: Lectura es Vida
Editorial: Escuela Activa S.A.

POEMA A JOSÉ GÁLVEZ

A JOSÉ GÁLVEZ.

Valiente paladín de la victoria
que la instituiste en la hora de la guerra
sin visión de honor en tu carrera,
sin anhelar preferencia en la historia.

América te ha hecho una cruz de sus banderas,
el escueto bronce reza sólo un; “Dos de Mayo”
día en que el cañón enemigo, cual un rayo
te elevó a la gloria del suelo en que nacieras.

¡Gálvez! tu ejemplo es de honor y de virtud
y tu nombre se perenniza en otros Gálvez,
que en idénticos momentos tal vez
puedan imitar la peruana juventud.

O. Ardiles (peruano)
 

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